(CNN) – La inteligencia artificial no llegó a ser la utopía que los evangelistas de la tecnología anticipan. Hasta ahora, la inteligencia artificial demostró ser más capaz de generar entusiasmo bursátil que, por ejemplo, grandes cosas tangibles para la humanidad. A menos que cuentes a Shrimp Jesus.
Pero eso va a cambiar, nos dicen los defensores de la IA. Porque lo único que se interpone en el camino de un idilio impulsado por la IA son montones y montones de potencia informática para entrenar y operar estos modelos de IA nacientes. Y no se preocupen, amigos del público que nunca pidieron nada de esto: esa potencia no vendrá de los combustibles fósiles. Imagínense los quebraderos de cabeza de las relaciones públicas.
No, la tecnología que va a salvar a la humanidad será impulsada por la tecnología que casi la destruyó.
Este es el trato: para hacer IA a la escala que los Microsofts y Googles del mundo imaginan, se necesita mucha potencia de cálculo. Cuando le haces una pregunta a Chat-GPT, esa pregunta y su respuesta están consumiendo electricidad en un superordenador lleno de chips Nvidia en algún centro de datos remoto con aire acondicionado.
El consumo eléctrico de los centros de datos, la IA y la minería de criptomonedas (su propio quebradero de cabeza medioambiental) podría duplicarse de aquí a 2026, según la Agencia Internacional de la Energía.
Solo en Estados Unidos, se espera que la demanda de energía crezca entre un 13% y un 15% anual hasta 2030, lo que podría convertir la electricidad en un recurso mucho más escaso, según los analistas de JPMorgan.
La solución de la industria tecnológica, por ahora, es la energía nuclear, más estable que la eólica o la solar y prácticamente libre de emisiones de carbono.
- Microsoft cerró este mes un acuerdo para reabrir un reactor en Three Mile Island, el lugar donde se produjo una fusión parcial en 1979 cerca de Harrisburg, Pensilvania, con el fin de proporcionar a la empresa la energía suficiente para mantener su crecimiento en IA. (No el reactor, por supuesto, sino otro que no falló y siguió funcionando en la isla durante años después del incidente).
- Amazon está trabajando en la construcción de un campus de centros de datos justo en el emplazamiento de una central nuclear de Talen Energy en el noreste de Pensilvania.
- Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, también invirtió mucho en energía nuclear y es presidente de Oklo, una empresa nuclear emergente que la semana pasada recibió la aprobación para iniciar las investigaciones de un emplazamiento de “microrreactor” en Idaho.
- Este lunes, el Financial Times informó que la empresa de capital riesgo cofundada por Peter Thiel, Founders Fund, está respaldando una nueva empresa nuclear que intenta crear un nuevo método de producción de un combustible nuclear más potente utilizado en reactores avanzados.
La ironía de todo esto, por supuesto, es que incluso los defensores de la IA invocaron la historia de la proliferación nuclear para tratar de transmitir la necesidad de poner barreras a la inteligencia artificial (siempre y cuando las regulaciones no las ralenticen ni reduzcan sus beneficios de ninguna manera).
Y mientras que las predicciones sobre el futuro de la inteligencia artificial a menudo se tachan de alarmistas, no se puede descartar tan fácilmente a quienes se preocupan por la energía nuclear. La historia está, trágicamente, de su lado.
Anna Erickson, catedrática de Ciencias Nucleares de Georgia Tech, me dijo que hoy en día se entiende mejor la energía nuclear que en 1979, cuando el reactor 2 de Three Mile Island sufrió una fusión parcial del núcleo.
“Nada en la vida es infalible”, afirma, “pero ahora comprendemos mucho mejor el funcionamiento de los reactores nucleares”, gracias en parte a la oleada de normas de seguridad que desencadenó el incidente de Three Mile Island.
Conclusión: no hay futuro para la IA sin un aumento importante de nuestro suministro de energía, lo que hace que la expansión de la energía nuclear sea prácticamente inevitable. Pero muchos de los proyectos anunciados recientemente tardarán años en ponerse en marcha, lo que significa que los centros de datos de las grandes empresas tecnológicas tendrán que seguir utilizando combustibles fósiles mientras la demanda siga aumentando.
¿Nos parece bien destrozar el planeta si lo único que conseguimos son aplicaciones capaces de resumir nuestros correos electrónicos? ¿O motores de búsqueda un poco más humanos pero menos fiables? ¿Es realmente el futuro solo variaciones de deidades basadas en crustáceos en un batido de bazofia de IA?
Hay mucho en juego, incluidos nuestros puestos de trabajo, el medio ambiente y todo nuestro sentido del mundo, según los propios desarrolladores de la IA. Y, sin embargo, sigue sin estar claro qué sacaremos las personas de todo esto.
Julia Hernández