MADRID, 29 Sep. (EUROPA PRESS) –
Un nuevo estudio que ha examinado la conexión entre el cerebro y el dolor para tratar el dolor crónico podría proporcionar respuestas clave sobre cómo ayudar a las personas que sufren dolor de espalda crónico, según publican los investigadores en la revista ‘JAMA Network Open’.
En concreto, se analizó la importancia de las atribuciones del dolor, que son las creencias de las personas sobre las causas subyacentes de su dolor, para reducir la gravedad del dolor de espalda crónico.
“Millones de personas sufren dolor crónico y muchas no han encontrado la forma de aliviarlo, lo que deja claro que falta algo en la forma en que diagnosticamos y tratamos a las personas”, afirma el primer autor del estudio, Yoni Ashar, doctor y profesor adjunto de Medicina Interna en el Campus Médico Anschutz de la Universidad de Colorado (Estados Unidos).
Ashar y su equipo comprobaron si la reatribución del dolor a la mente o a procesos cerebrales estaba asociada al alivio del dolor en la terapia de reprocesamiento del dolor (TRD), que enseña a las personas a percibir las señales de dolor enviadas al cerebro como menos amenazadoras.
Su objetivo era comprender mejor cómo se recuperaban las personas del dolor de espalda crónico y el estudio reveló que, tras la PRT, los pacientes manifestaban una reducción de la intensidad del dolor de espalda.
“Nuestro estudio demuestra que hablar de las atribuciones del dolor con los pacientes y ayudarles a entender que el dolor suele estar ‘en el cerebro’ puede ayudar a reducirlo”, destaca Ashar.
Para estudiar los efectos de las atribuciones del dolor, inscribieron a más de 150 adultos con dolor de espalda crónico moderadamente intenso en un ensayo aleatorizado para recibir TRD. Descubrieron que dos tercios de las personas tratadas con TRD declararon no tener dolor o casi no tenerlo después del tratamiento, en comparación con sólo el 20% de los controles con placebo.
“Este estudio es de vital importancia porque las atribuciones de dolor de los pacientes suelen ser inexactas –asegura–. Descubrimos que muy pocas personas creían que su cerebro tenía algo que ver con su dolor. Esto puede ser poco útil y perjudicial a la hora de planificar la recuperación, ya que las atribuciones del dolor guían las decisiones terapéuticas importantes, como la decisión de someterse a una intervención quirúrgica o a tratamiento psicológico”, añade.
Antes del tratamiento TRD, sólo el 10% de las atribuciones de los participantes estaban relacionadas con la mente o el cerebro. Sin embargo, después de la TRD, este porcentaje aumentó hasta el 51%. El estudio reveló que cuanto más cambiaban los participantes a considerar que su dolor se debía a procesos mentales o cerebrales, mayor era la reducción de la intensidad del dolor de espalda crónico que declaraban.
“Estos resultados demuestran que cambiar de perspectiva sobre el papel del cerebro en el dolor crónico puede permitir a los pacientes obtener mejores resultados”, subraya Ashar.
Según indica, una de las razones puede ser que cuando los pacientes entienden que su dolor se debe a procesos cerebrales, aprenden que no hay nada malo en su cuerpo y que el dolor es una “falsa alarma” generada por el cerebro a la que no deben temer.
Los investigadores esperan que este estudio anime a los profesionales sanitarios a hablar con sus pacientes sobre las razones de su dolor y a discutir causas ajenas a las biomédicas.
“A menudo, las conversaciones con los pacientes se centran en las causas biomédicas del dolor. Rara vez se habla del papel del cerebro –advierte–. Con esta investigación, queremos proporcionar a los pacientes el mayor alivio posible explorando distintos tratamientos, incluidos los que abordan los factores cerebrales del dolor crónico”.